Viaje Maravilloso al Planeta de los Hongos by Eleanor Cameron

Viaje Maravilloso al Planeta de los Hongos by Eleanor Cameron

autor:Eleanor Cameron
La lengua: eng
Format: mobi


–Acá. . . , acá. . . es donde crecían –dijo Ta, haciendo un amplio ademán que abarcaba toda la garganta. Los chicos miraron el suelo y vieron que estaba cubierto por algo negruzco del que no quedaba nada más que limo en algunos lugares. Cuando se hincaron para ver de cerca, lo negruzco resultó ser, cientos y cientos de pequeñas plantas quemadas. . . inútiles y negras, que estaban muertas.

¡Pero qué húmedo era el suelo! Cuando mojaron sus manos y las olieron, surgió otra vez ese olor fuerte, penetrante. Se pusieron de pie y se volvieron hacia Ta.

–Llamas a esto El Lugar del Agua Escondida –dijo David–. Ello significa que el agua que alimenta las plantas sube desde un río subterráneo.

Asintió Ta, observando el rostro de los chicos, firmemente interesado. Sus ojos, grandes y penetrantes, parecían estar tratando de arrancarles a ambos la respuesta a este misterio.

–Nosotros conocemos ese olor –anunció Chuck–, ¡lo conocemos muy bien! Y no nos gusta, pero nos recuerda a algo de nuestro hogar que huele igual, aunque es más suave y, sea lo que fuere, nos gusta. Pero ¿qué es? ¡No poemos pensar!

¡Debieron ustedes haber visto entonces las caritas de Mebe y Oru! ¡Cómo se iluminaron! Ambos se adelantaron hacia Chuck y David, abriendo y cerrando las manos.

–¡Oh, ustedes nos ayudarán! –decían–. Sabemos que nos ayudarán. . . ¡Van a pensar en el nombre del olor!

Pero Chuck no pudo soportar el espectáculo de su alegría.

–No se sientan tan seguros de nosotros –protestó desesperado–. No se pongan tan

contentos. ¿Qué es lo que ha sucedido para que se pongan tan contentos, o esperanzados, o lo que sea? Sólo recordamos el olor. ¿Y qué ocurrirá si recordamos a qué pertenece el olor? ¿Cómo nos va a ayudar eso en Basidium?

Una vez más, como ya había ocurrido en tantas ocasiones, las caritas sabias tomaron expresión de intriga.

–¿Qué es este Basidium del que habla? –preguntó Mebe. Pero Chuck se volvió con un gesto de desesperáción.

–¡SILENCIO! –rugió Ta–. Ya hemos perdido demasiado tiempo.

–Pero, Gran Ta –terció David, en forma inesperada–. Yo sí tengo un pensamiento. Si estas plantas crecen solamente en lugares húmedos, regados por una corriente de agua subterránea, tienen que obtener lo que necesitan de este manantial. ¿Han bebido ustedes el agua subterránea para ver si les da lo que necesitan?

Con majestuoso ademán, Ta indicó a sus Hombres Sabios, y su boca se curvó en una sonrisa irónica.

–¡Oh, sí! –dijeron éstos al unísono–. Si, hemos bebido lo poco que pudimos conseguir. Pero era horrible, nos descompuso casi hasta la muerte.

Así diciendo, se llevaron las manos al estómago, sacudieron la cabeza y pusieron en blanco los ojos, como si hubieran sufrido grandes dolores e inconvenientes por haber bebido el agua.

–Me parece comprender –dijo David, frunciendo el entrecejo, como le había visto hacer a su padre cuando estaba pensando algo importante acerca de algún enfermo–. El agua tiene otras cosas además de eso que ustedes necesitan para mantenerlos sanos; y son las otras cosas las que los descomponen.

También Chuck tenía las cejas fruncidas, pero súbitamente se le iluminó la cara.



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